La falta de sueño afecta
a los adultos y a los niños, también. Al igual que los mayores, los niños
también sufren las consecuencias de los trastornos del sueño. No conseguir dormir les puede hacer pasar un día terrible, en
familia, entre amiguitos o en la escuela.
La falta de sueño continuada puede alterar el
estado de ánimo y las capacidades motoras y cerebrales de los niños. Normalmente, durante
el primer año de vida de un bebé.
La falta de sueño afecta a
su actividad cerebral, alterando la memoria, el lenguaje y los procesos de
solución de problemas.
Los Trastornos del sueño infantil pueden dar lugar a problemas de conducta y fracaso escolar. Descansar poco también
distorsiona el conocimiento lingüístico, las reglas gramaticales y la
ortografía.
Por todo lo
anterior, hay que enseñar a los niños hábitos saludables de sueño y permitirles
que duerman por lo menos nueve horas cada noche para así poderles aseguran un
desempeño escolar óptimo. No cansar a los niños con tareas excesivas,
como actividades y compromisos extraescolares, si éstos pueden privarlos del
sueño necesario. En este sentido, parece recomendable establecer rutinas
horarias que posibiliten que los niños, y por extensión sus padres, tengan
tiempo suficiente para hacer los trabajos y tareas individuales cada jornada,
de tal manera que no estén despiertos más allá de la hora de acostarse.
En
definitiva, sería bueno establecer una hora regular para ir a la cama y
respetarla. Una hora específica para acostarse facilita que el niño duerma el
número de horas requeridas. Por tanto, es necesaria una mayor racionalización
de los horarios en la vida personal y escolar del niño. Esto es primordial para
el desarrollo del mismo, ya que influirá en su proceso vital y evolutivo.